Mariana Cocoa trabaja con familias de la Amazonia y de otras regiones de Colombia, para que produzcan un cacao de enorme calidad, sin afectar el medio ambiente.
Del chocolate se dicen muchas cosas. Que es un gran estimulante que evita la fatiga y mitiga el envejecimiento por sus condiciones antioxidantes, adecuadas para mantener una piel más sana e hidratada. Otros explican que ayuda al cerebro y a mantener un corazón sano. Incluso, contribuye a rescatar a las personas que sufren de ansiedad, para que al consumirlo encuentren una buena dosis de tranquilidad y felicidad.
Se dicen muchas cosas, pero no se habla con frecuencia sobre el hecho de que algunos de esos chocolates que disfrutamos a diario, también rescatan, valorizan y consolidan el trabajo de campesinos y agricultores que viven en zonas de enorme valor ambiental.
¿Un ejemplo? El que ha consolidado la empresa Mariana Cocoa, establecida en Bucaramanga (Santander).
Como una estrategia que intenta apoyar a comunidades de áreas ambientalmente trascendentales, esta empresa familiar, liderada por un grupo de hermanas, está trabajando con cultivadores de cacao de diferentes regiones para que optimicen los cultivos de este fruto sin dañar el entorno.
Los profesionales de Mariana Cocoa, liderados por María del Pilar Gómez López, no solo los asesora en la obtención de buenas cosechas. También les compra parte de ellas, que transforman en una de sus marcas líderes: Carlota Chocolat, que reúne una serie de productos en diferentes presentaciones como avellanas, café y uchuvas recubiertas con chocolate, así como tabletas ‘bean to bar’, es decir, de alta calidad, finas en su aroma y elaboradas con cacao cultivado respetuosamente con el medio ambiente, sin químicos, en alianza directa con el agricultor y que incluye precios justos en toda su cadena de distribución.
Todos los productos de Carlota Chocolat se fabrican con cacao proveniente (o de origen) del Putumayo, Antioquia, Tumaco (Nariño), Arauca, Meta, Santander y Norte de Santander, y se venden en tiendas vegetarianas o que también distribuyen cafés especializados en zonas turísticas de Bogotá, Villa de Leyva, Cartagena y Bucaramanga. “Otra porción del cacao que compramos a las comunidades va al exterior o para mercados convencionales”, explica María del Pilar.
El cacao habla el mismo idioma
Parte del trabajo se ha concentrado en la Amazonia y con habitantes de otras regiones afectadas por el conflicto armado interno, que están decididas a sustituir cultivos ilícitos para sembrar cacao y regresar a la legalidad, esto como parte de las opciones productivas ofrecidas a la ruralidad luego del proceso de paz firmado entre el Gobierno y la guerrilla de las Farc.
Hasta el momento son 300 familias las que participan de este modelo de negocio, algunas de manera independiente y otras agrupadas a través de asociaciones de productores. Todos reciben capacitaciones de Mariana Cocoa con un técnico agrícola y un ingeniero agrónomo, a quienes se une un catador que hace énfasis y perfecciona los sabores y aromas del producto final (análisis sensorial).
“El cultivo de cacao requiere que toda la cadena hable un mismo idioma; desde quien lo siembra hasta el comercial, esto en lo que tiene que ver con sabor y aroma”, agrega María del Pilar.
Mariana Cocoa está trabajando ahora, y adicionalmente, un proyecto piloto de producción de cacao de 10 hectáreas con excombatientes de las Farc en La Uribe (Meta), situado en un lugar que es a su vez un corredor biológico para el tránsito de la danta. También asesoran a un grupo de jóvenes del Guaviare para recuperar zonas deforestadas a través de acuerdos de conservación con los agricultores del fruto.
Esta empresa hace parte de la ‘Iniciativa Cacao, Bosques y Paz’, apoyada por el Tropical Forest Alliance-TFA que tiene como objetivo abanderar modelos cero-deforestación que favorezcan la protección y la restauración, y promuevan medios de vida sostenibles. La acompañan en esta iniciativa, conformada en 2018, el Gobierno de Colombia, representado por los ministerios de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible y Agricultura y Desarrollo Rural, la Federación Nacional de Productores de Cacao (Fedecacao), Casa Luker, Nacional de Chocolates, World Resources Institute (WRI), Rainforest Alliance, entre otros actores privados y de la sociedad civil comprometidos con la protección de nuestros bosques y la construcción de paz.