La apuesta de Holmes Mejía por la sostenibilidad ganadera

Después de tener una finca tradicional, en la que talaba especies nativas y abría potreros para darle espacio a la ganadería, este hombre de campo ha logrado diseñar un predio que evita la deforestación, promueve el cuidado del paisaje y cuida el agua.

Hace 20 años en Ulloa, municipio del Valle situado en límites con Quindío, Holmes Mejía comenzó a desarrollar su finca ganadera por el camino equivocado. La consigna en esos momentos se limitaba a talar bosques y a
hacer potreros. Y eso fue lo que él hizo: tumbar especies nativas, como guamos y maderables, para extender el hato a lo largo de enormes cantidades de terrenos abiertos y sin sombra. Generalmente, esta es unaganadería poco productiva, porque confrecuencia se termina usando el equivalente al espacio que ocuparían tres o cuatro
canchas de fútbol, para criar una o dos vacas.

Holmes, un hombre de campo con suficientes conocimientos empíricos, ha entendido esta lección. Y por eso ahora su finca, de al menos 11 hectáreas, dejó de ser una copia oscura de aquellas prácticas tradicionales poco
aventajadas, para transformarse en un ejemplo.

Lo logró con la ayuda del Centro para la Investigación en Sistemas Sostenibles de Producción Agropecuaria (CIPAV) y como parte del proyecto Ganadería ColombianaSostenible, que ha llegado a 87 municipios del país y en el que participa el Fondo para el Medio Ambiente Global (GEF), el gobierno del Reino Unido, la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán), The Nature Conservancy (TNC) y el Fondo para la Acción Ambiental (FA), bajo la supervisión del Banco Mundial. Esto con el objetivo transformar 35.500 hectáreas de producción ganadera
tradicional en sistemas silvopastoriles amigables con el medio ambiente. Y conservar 15.000 hectáreas de bosques
nativos.

El agua llega al ganado

Holmes reformó su territorio, que lo constituyen los predios San José y La Cabaña,
en un lugar en el que se nota un sistema productivo que termina apoyando la conservación y protegiendo las fuentes hídricas. Ha logrado tener una tierra eficiente que a la vez contribuye a fortalecer la conectividad ecológica, y en el que prima el respeto por el paisaje. Porque el ganado, queintegran una docena de animales, comparte espacio con siembras de árboles nativos como guamos, guaduas, nogales y cedros, que están creando corredores biológicos y ayudando a la recuperación de los suelos.

“Si tenemos árboles, los animales tienen sombra, podemos hacer nuestras cercas vivas y conseguir el alimento del ganado ahí mismo. De paso, es una estrategia para que más especies lleguen a la zona, como aves y mamíferos, que ahora tienen alimento y un refugio donde anidar”, explica.

Y ya no se trata de que el ganado esté ocupando potreros cada vez más grandes. Ahora lo agrupa en pequeños lotes, delimitados con cercas vivas. Y mientras la vegetación crece en uno de estos espacios, las vacas van comiendo en otro, donde el suelo ya ha descansado y los pastos se han desarrollado. Ellas también son alimentadas con vegetación fresca que se produce en un banco de forraje, es decir, un cultivo con plantas comestibles.

El ganado ya no anda suelto, con la posibilidad de pisotear o contaminar las fuentes de agua. Ahora, un ‘acueducto ganadero’ lleva el líquido desde las quebradas hasta donde pastorean los animales. También, un biodigestor produce gas metano a partir de los excrementos de los cerdos. Holmes combina todo esta estrategia con cultivos de café y plátano; y recibe ingresos por visitas de estudiantes universitarios que quieren ver y aprender de su experiencia.

“Hay muchas cosas por mejorar porque perfecciones no hay”, dice él, quien agrega que al menos está sintiendo que ha progresado. “Pero lo mejor de toda esta experiencia es que estamos asegurando el futuro para nuestros hijos, que merecen tener recursos naturales sanos y abundantes”. *

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