Biodiversidad y alimentos: una relación vital

La biodiversidad es la base de la producción de alimentos y otros productos agrícolas. Conservarla implica nuestra seguridad alimentaria presente y futura.

“Cuando el hombre irrumpe en un ecosistema, arranca la capa vegetal, quema la tierra y siembra un cultivo que nunca estuvo ahí, desplaza a las especies animales y vegetales originarias de la zona, poniendo en riesgo su supervivencia”, según La relación entre el Covid-19 y la naturaleza en 10 datos, nota de WWF publicada en julio de 2020. Camila Cammaert, Coordinadora Sistemas Alimentarios Sostenibles en WWF Colombia, explica que “los alimentos son biodiversidad, son productos que dependen de la naturaleza, así como nosotros dependemos de ella, por eso es innegable la estrecha relación naturaleza-biodiversidad-alimentos-ser humano”. No obstante, la conversión del suelo para las actividades agrícolas ha causado el 70% de la pérdida de la biodiversidad en el mundo.

En Colombia, que es uno de los países megabiodiversos del mundo, el uso del suelo es principalmente para la ganadería y la agricultura, ignorando la importancia de las áreas de conservación como los páramos, los humedales, los bosques o los cuerpos de agua, generando un daño a los ecosistemas y la biodiversidad. No obstante, teniendo en cuenta esa estrecha relación entre biodiversidad (incluido el ser humano)-beneficios de la naturaleza, en 2017 el país puso en marcha los Acuerdos Cero Deforestación, una iniciativa bajo la sombrilla de la Alianza por los Bosques Tropicales-TFA Colombia que busca que los sectores productivos agropecuarios del país contribuyan al mantenimiento de los bosques en pie, eviten que las materias primas utilizadas en su actividad sean un factor de deforestación, y promuevan productos cero deforestación en el mercado, fácilmente identificables por parte del consumidor. Carne de res, lácteos, aceite de palma y cacao son las cuatro cadenas productivas que hasta la fecha se han sumado.

Biodiversidad y alimentos

Mucho se ha hablado y se habla de los beneficios de la naturaleza al hombre: el agua que a diario consumimos con tan solo abrir la llave, la madera de la que están hechas muchas casas, especialmente en las zonas rurales, un bello paisaje costero, un buen arroz con verduras o el aire que respiramos son solo algunos ejemplos de los beneficios, o servicios, que la naturaleza nos aporta.

La relación biodiversidad-beneficios de la naturaleza se explica porque la biodiversidad comprende todos los millones de especies (flora, fauna, vegetación), desde los más diminutos microrganismos hasta los seres más monumentales, con sus diferencias genéticas hacen posible diferentes tipos de ecosistemas (una comunidad de seres vivos y el medio natural en que viven) de los que dependen los humanos y sus sistemas alimentarios. Una biodiversidad en buen estado significa ecosistemas en buen estado y, por lo tanto, disponibilidad de alimentos (también para los animales), a mayor pérdida o degradación de la biodiversidad, menor es el suministro de alimentos. No obstante, cabe destacar, que esta relación se da en doble vía: una biodiversidad en buen estado no resulta por sí misma, esta depende del cuidado con el que utilicemos sus servicios. Los cambios en el uso y la gestión de la tierra y el agua, la contaminación, la sobreexplotación (la explotación de un recurso natural de manera abusiva o que excede a lo necesario o recomendable), el crecimiento demográfico y la urbanización (además del cambio climático) son algunas de las causas de la pérdida creciente de biodiversidad.

¿Qué relación tiene la deforestación con la pérdida de la biodiversidad? La respuesta es sencilla: una de las principales consecuencias de la deforestación es la pérdida de biodiversidad y esta, la falta de diversidad, interfiere en funciones básicas como el suministro de nutrientes a los suelos y a las fuentes de agua de donde obtenemos nuestros alimentos.

Un giro en la historia

Históricamente la agricultura ha estado asociada a procesos de deforestación o de cambio en el uso de los suelos, incluso por políticas impulsadas desde los diferentes gobiernos en los planes nacionales de desarrollo. A 2017, según el Instituto Humboldt, la biodiversidad del país disminuyó un 18% debido en parte a la pérdida de hábitats naturales relacionada con la agricultura y la ganadería extensiva (cabe señalar que las principales causas de la deforestación en el país son la especulación de tierras, los cultivos ilícitos, la praderización), mientras que se calcula que se deforestan aproximadamente 300 mil hectáreas de bosque por año (un área equivalente a Risaralda): se estima que la ganadería extensiva representa el 60% de la deforestación en el país. A esto se suma que el 45% del territorio nacional (cubierto en un 52% por bosque natural) se utiliza para fines diferentes a su vocación, según el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible. No obstante, y debido a las alarmas por estos hechos (o cifras), en los últimos veinte años, asuntos como la no deforestación son cada vez más una prioridad en la agenda ambiental del país, asegura Camila Cammaert. 

Un hecho que ayudó a este giro en la historia ambiental del país es el cambio climático. La pérdida de cobertura de bosque natural está asociada a las emisiones de gases efecto invernadero y, por lo tanto, al cambio climático y a la pérdida de biodiversidad. Desde diferentes instancias nacionales (sector privado, gobierno, sociedad civil, etc.) se empezó a hacer un llamado a los sectores productivos para “dejar de tumbar el bosque y empezar a trabajar en transformar sus formas de producción hacia prácticas sostenibles”, entendiendo que los bosques, los suelos o el agua no son, como se pensaba, recursos inagotables, explica la especialista. La cero deforestación, en este sentido, es un aporte significativo a la sostenibilidad ambiental y es para las empresas relacionadas con la producción de alimentos, un primer paso hacia lo que significa ser sostenible.

De acuerdo con la FAO, una producción agropecuaria sostenible es aquella en la que se minimizan las presiones sobre los recursos naturales y la biodiversidad, así como la degradación de los suelos agrícolas, a la vez que se garantiza el suministro de agua, alimentos y otras materias primas tanto para las poblaciones rurales como urbanas, y se mantiene (o aumenta), por supuesto, la capacidad de producción de los sistemas agrícola y ganadero. En la relación biodiversidad-beneficios de la naturaleza, dice Camila Cammaert, “todos necesitamos de todos. Para producir alimentos necesitamos de la naturaleza y esta necesita de una producción que respete el agua, el suelo, los bosques, la biodiversidad, etc. es por eso que una producción agropecuaria sostenible es más que necesaria”.

Ejemplos de sostenibilidad

Los Acuerdos Cero Deforestación son el compromiso de los sectores productivos de reducir su huella de deforestación a la vez que mejoran su productividad, mientras que aportan a la conservación de la biodiversidad. Si bien en Colombia el mercado de los productos cero deforestación hasta ahora empieza a gestarse, el mercado internacional es cada vez más exigente con respecto a la manera sostenible en el que las empresas llevan a cabo su actividad. Sectores productivos como carne de res, lácteos, aceite de palma y cacao (y otros que se espera se sumen próximamente a los Acuerdos) apuestan por una relación a largo plazo con sus clientes dentro y fuera del país, por lo que reducir la huella de deforestación es también una forma de garantizar que en 10, 20 o 50 años existan las condiciones propicias para su actividad: la calidad y disponibilidad de los suelos o del agua son algunas de ellas.

Dentro de los Acuerdos se observan avances que permiten entender cómo en la medida que se deja de deforestar, también se cuidan los bosques, los recursos naturales y la biodiversidad, a través de prácticas productivas sostenibles. Uno de estos avances es Ganadería Sostenible (GANSO), una iniciativa de Climate Focus y la Alianza de Bioversity International y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), con participación del Grupo Éxito, que se lleva a cabo en el departamento del Meta. El objetivo es brindar asistencia técnica a los ganaderos del departamento para transformar fincas con suelos degradados, es decir que están tan erosionados que ya han perdido toda su capacidad para prestar bienes y servicios, entre ellos alimentos o agua, en paisajes productivos sostenibles en los que se aprovechan los recursos sin dañar la naturaleza, a la vez que se detiene la deforestación. Conservación y Gobernanza (C&G), es otro ejemplo; este es un programa desarrollado por Fondo Patrimonio Natural, con participación del Grupo Takami (conformado por 28 restaurantes), en el piedemonte amazónico, en alianza con los ganaderos de la región, con el fin de promover la protección y el uso sostenible de los ecosistemas, a través del ejercicio de buenas prácticas en la producción de quesos y mantequilla.

En estas alianzas, en el marco de los Acuerdos Cero Deforestación, se busca la participación de todos los eslabones de las cadenas productivas, así como una sostenibilidad que contemple también acciones sociales y comunitarias.

Reducir mi huella de deforestación

Los colombianos somos los mayores consumidores de los alimentos que se producen en el país. Esto implica (o invita) que también podemos ser los mayores promotores y consumidores de alimentos cero deforestación. Aunque el país todavía no cuenta con opciones para diferenciar si un producto tiene esta cualidad (los Acuerdos Cero Deforestación avanzan en este sentido), hay algunas formas en las que podemos crear hábitos de consumo responsable que ayuden a reducir la deforestación, conservar la biodiversidad y los recursos naturales; se trata, de alguna manera, de reducir nuestra huella de deforestación. De acuerdo con Camila Cammaert, estas son algunas formas de hacerlo:

  1. Reducir el desperdicio de alimentos: según el Departamento Nacional de Planeación (DNP), en Colombia se pierden y desperdician anualmente de 9,76 millones de toneladas de alimentos, el equivalente al 34% de la producción total. Las mayores pérdidas se registran en las cadenas de frutas y vegetales (62%) y de raíces y tubérculos (25%). Son alimentos que podrían alimentar a 8 millones de personas al año. Si bien este desperdicio ocurre antes de que los alimentos lleguen a nuestras manos, otra parte de los mismos también se pierden en los supermercados. Preferir alimentos más bonitos porque están limpios o son más pequeños o más redondos (como ocurre con la papa, el tomate o la zanahoria) genera desperdicio, además de pérdidas a los cultivadores.
  • Diversificar la dieta: Colombia no solo es un país megadiverso, también es agrodiverso y tenemos a nuestro alcance gran variedad de frutas, verduras y tubérculos, pero nuestra dieta se reduce a pocos productos agrícolas. Al diversificar la dieta, contribuimos a que no se transformen más ecosistemas para convertirlos a monocultivos y a construir un sistema alimentario sostenible.
  • Comprar lo que realmente se necesita: las promociones suelen ser atractivas, pero cuando se trata de alimentos perecederos el ahorro puede terminar en la caneca de la basura. La clave está en comprar lo que realmente consumimos según nuestros hábitos de alimentación y que lo que compremos lo organicemos bien en la nevera para conservarlo en buen estado durante un mayor tiempo.
  • Informarnos: detener la deforestación, conservar los bosques o cuidar la biodiversidad no es solo responsabilidad de los gobiernos, y un consumo responsable requiere de iniciativas propias como indagar de dónde vienen los alimentos que consumimos, quiénes los producen, cómo se cultivan y transforman durante la cadena productiva (buenas prácticas para la sostenibilidad) y cómo llegan a nuestras manos.

Los retos de una producción de alimentos sostenible que detenga la deforestación, que recupere los ecosistemas y la biodiversidad que se han perdido, que promueva la gobernanza de todos, que impulse las actividades de los sectores productivos, que garantice la calidad de vida de quienes más dependen de los recursos naturales, son muy exigentes, asegura la Camila Cammaert, no obstante hay un interés creciente por entender las problemáticas de seguir implementando sistemas de producción insostenibles, pero también por entender el alcance de las soluciones que actualmente se pueden llevar a cabo. Los Acuerdos Cero Deforestación son una apuesta para hacerlo.


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